En 1537, cuando Domingo de Irala dio comienzo a la colonización de Paraguay, el país estaba habitado por varias grandes naciones guaraníes: Los cari ‘o que ocupaban la gran aldea cuidad de Ghuarambaré (Lambaré) en la actual Asunción; los itati, que vivían en aldea-ciudades en la región actual de San Pedro de Ihcuamandihyú sobre el río Jejuiguasú; los paranaé y mbihá en el Alto Paraná y el Atlantico; los chiriguaná o mbihá habitantes de la falda de la meseta andina al Oeste del Chaco Ghuärambá o Gualamba. Otras naciones menores vivían en los intermedios, algunas de ellas no guaraníes, y en general mucho más atrasada que aquellas.
En la época del descubrimiento y conquista, las naciones guaraníes habían alcanzado la etapa superior del comunismo primitivo: la agricultura sedentaria. Algunas naciones ya estaban entrando en la primera etapa del periodo de la esclavitud, pero ninguna alcanzo la etapa superior de la esclavitud: el feudalismo, como los Aztecas y los Incas.
La etapa económica de una sociedad coincide siempre con la etapa social y cultural, ellos explica suficientemente el porque y el como los españoles pactaron alianza con el aborigen guaraní y posteriormente los transformaron a vasallos semi-siervos: los guaraníes eran guerreros aunque no bélicos y eran también grandes agricultores. En palabra, el español halló en el régimen feudal de la encomienda la base ideal para la colonizar sus nuevos dominios y enriquecerse. La encomienda dio origen a una red comercial cada día mas amplia y fue también el punto de partida de las dos grandes tendencias sociales- políticas típicamente americanas y antagónicas : Comunismo indígena contra absorción foránea: independencia contra entreguismo; nativismo contra extranjerismo; americanismo contra hispanismo.
Fundada en Buenos Aires por los paraguayos en 1.580 el centro comercial rioplatense se traslado inmediatamente al a boca del plata. Desde entonces hasta hoy se planea el grande, el insoluble problema del “puerto preciso”. Los comerciantes y consumidores del interior deben pagar elevados impuestos para bajar al puerto obligados con sus productos primarios (tabaco, yerba, cueros, maderas) o para salir del puerto con sus mercancías (armas, pólvora, tejidos, metales, herramientas).
La erección de un sistema económico jesuítico, que pronto vendrá a derivar en político ya es un resultado de esta opresión del “puerto preciso”, y da origen a un nuevo choque, de origen económico pero de proyecciones espirituales: el encomendero agobiado de impuestos, reacciona contra el jesuita que puede subir y bajar los ríos libre de impuestos con los productos elaborados por el indio amaestrado y sumiso.
Son pues tres las fuerzas que chocan entre si en la colonia: el comunismo primitivo del indio y de su descendiente el mestizo hispano-guaraní, el régimen de encomiendas y el régimen comunista jesuítico. Este choque de fuerzas dio origen a la famosísima revolución de los Comuneros del Paraguay.
¿Qué fue la Revolución de los Comuneros? Primero un movimiento de rebelión popular e indígena. Muy luego una rebelión popular conducía y desviada por encomendero. Y finalmente, una masacre: la rebelión aplastada en sangre por fuerzas reaccionarias aliadas: las tropas del rey español y los soldados indígenas de las misiones jesuíticas. En suma: un procesó análogo en su desarrollo en grandes líneas y en su origen en al que 60 años mas tarde ocurriría en Francia. Es decir: Los estados generales, el Rey Luis XVI, Marat y Robespierre, Dantón y Mirabeau y finalmente el 18 de Brumario, Napoleón y Luis XVIII.
El gobernador Reyes Balmaceda es un factor fortuito en la revuelta, la gota que rebalsa el cántaro. José de Antequera es el caudillo popular. El presidente Barreiro es el pseudo revolucionario que oficiara de entregador.
El capitán Zavala y los guaraníes misioneros son ni más ni menos que Luis XVIII y el gran ejecito de la santa alianza.
Vencida la rebelión, hubo de esperarse 90 años para un nuevo intento. La situación propicia se produjo en 1.811, con un movimiento de 25 de mayo de Buenos Aires y la invasión de Belgrano.
Los encomenderos habían cedido lugar al comerciante y Belgrano conto con la ayuda de este pero no con la del paraguayo nativo descendiente de los cari ‘o agricultores, de los itatí y de los gua’ihraré: al frente de estos actuaba como jefe un prócer tan incorruptible como Robespierre y tan visionario como Marat. Los Dantón, los Mirabeau y los Lafayette paraguayos que alforaron sus intentos de pactar con el comerciante del “puerto preciso”, fueron conducidos ante el inexorable tribunal de un dictador supremo que no admitía la piedad ni aún para si mismo.
Superior a Robespierrey más afortunado que Marat, Gaspar de Francia aplastó a la reacción española, aniquilo a las corrientes del centro y creo las condiciones para el crecimiento de las fuerzas internas, basamento indestructible sobre el que el provenir edificaría la patria del bienestar y de la libertad. El dictador no puedo más: anciano ya cuando la independencia, las clases directoras de las ciudades le eran hostiles y la lucha fue cruentísima. O la patria del futuro, conforme al Espíritu Paraguayo descendiente del Aborigen Guaraní o la entrega al comerciante porteño por el camino de una libertad engañosa que conduciría a su sujeción.
La patria se hizo. Verdad es que el Paraguay, como sentido de patria, ya existía cuando Gaspar de Francia advino al poder llevado por la unánime voluntad popular, pero también es verdad que a no imponerse la fría tenacidad del conductor, la nación hubiera desviado su destino hacia la desaparición.
La herencia que recibió de Don Carlos Antonio López fue una nación dueña de poderosas fuerzas espirituales. Por eso le fue fácil crear instituciones y preparar el advenimiento de la libertad: porque el ciudadano y la nación no estaban sujetos por ataduras ni económicas ni políticas.
Don Carlos Antonio López se aboca a una gran tarea, que como la de Gaspar de Francia, no podría ser concluida en una generación: crea la Economía y las finanzas nacionales; la justicia y los códigos; el ejército nacional crea la industria mecánica; la navegación fluvial y marítima, la acción de un Estado fuerte al servicio de la nación que es a la vez control, regulador y motor: crea en fin la cultura y el bienestar, la independencia y la libertad colectivas y del individuo.
La independencia y la libertad colectivas y del individuo aseguran el nacimiento de una democracia futura y perfecta, pues como bien se establece en la sociología moderna, ¿Qué la independencia Nacional puede existir si las fuentes de producción están en manos del capital extranjero y que libertad política y social puede ejercitar quien no es dueño del producto de su trabajo?
A la muerte de Don Carlos Antonio López le sucede su hijo el general Francisco Solano López a quien suele conocerse únicamente como guerrero, como el mártir de Cerro Cora, como el héroe de la resistencia sin ejemplo.
Pero Francisco Solano López no merecía un lugar en la historia del Paraguay y de la Revolución americana si sus solos títulos fueran de defensor, mártir y héroe.
Su caída con el ultimo soldado carecería de sentido si no le acompañara el cariño de su pueblo, si a la vez que gran soldado no fuera un gran conductor civil de la nación, si el sacrificio del pueblo y de el mismo fueran al servicio de un supremo ideal.
Francisco Solano López fue el continuador de la obra de don Carlos y de Francia. Recibió de su padre y la construyo con el en los últimos años del patriarca una nación que ya había creado en su interior las condiciones básicas para penetrar en la etapa construcción.
El movimiento ascensional que emprende el Paraguay conducido por su joven caudillo civil durante los años 1862 al 1864 es portentoso: la nación penetra decididamente en la etapa de la industrialización y en la modernización de sus instituciones. A no sobrevenir la guerra del 65, es indudable que hacia el final del siglo pasado, el Paraguay, convertido en país industrial y en centro de una cultura caracterizada por el sello de lo nativo de lo americano habría ya alcanzado la altura de una Atenas en América de una Atenas en lo material en lo cultural y en lo político-social
¿Quién podría sobrepasar y ni siquiera igualar a una colectividad en que el hombre es dueño de su iniciativa crea y disfruta su propia libertad y finalmente es duelo de su trabajo?
Y este es el momento decisivo en que la tragedia sorprende al Paraguay, abate su impulso progresista, aplasta su espíritu de independencia y de libertad, arrasa con las creaciones que ha edificado y … lo entrega al extranjero atado de sus pies y manos.
¿Qué Paraguay Militarizado, que López enceguecido sueñan la hegemonías y en imperios imposibles; que invaden, agreden, que el ansia de glorias militares los lanza fuera de las fronteras en busca de “espacios vitales”; que el país guaraní se convierta en vasto campamento de soldados? No perdamos el tiempo en nimiedades. El Paraguay, el paraguayo y Francisco Solano López tenían ante si un bienestar ya creado y otro a crear demasiado vasto como para detenerse a mirar hacia el vacio. El paraguayo como persona Social, era en la primera republica un trabajador, no un soldado militarista y nada tenia que esperar de la guerra de conquista; el futuro era promisor y encerraba para el como individuo y como nación, un campo de actividades ilimitado, un campo que bastaba de por si para ocupar todo pensamiento. La guerra del Paraguay contra la triple alianza fue característicamente, una guerra defensiva.
El Paraguay cayó vencido en la lucha. Seiscientas mil personas de toda edad y sexo perecieron en los combates y en las retiradas. Solo quedaron con vida doscientas mil mujeres diez y seis mil varones de toda edad; la proporción de sacrificio es monstruosa y se establece claramente el carácter específico de la guerra. El jefe más heroico del mundo, el ultimo soldado del ejercito mas valeroso del mundo y la ultima mujer del pueblo mas abnegada del mundo, perecieron juntos en el ultimo combate de la guerra mas despiadada del mundo, el 1º de marzo de 1870.
Los argumentos de orden racial no alcanzan a explicar la fiereza incomparable del pueblo paraguayo en la resistencia: es preciso encontrar otras razones mas humanas, otras causas mas positivas que la superioridad de raza, que la sangre y que la influencia telúrica. Y la razón positiva, el argumento real, están en la convicción del paraguayo por la causa que defendía la conciencia de que de que peleaba por su bienestar, por su libertad, por el mundo que había construido para si y para sus hijos.
Francisco Solano López fue intransigente porque la cauda de su pueblo así lo establecía. El pueblo paraguayo l e acompaño hasta la ultima trinchera y murió con su jefe, porque combatía por el derecho de vivir libre, por el derecho de ser dueño de l producto integral de su trabajo. Las bellas frases de “leones descendientes de Guarán” y de herederos de la sangre y del valor de “Fidalgos e fijos de señores de Santiago y San Juan comendadores” no son sino eso: bellas frases y tonta sinfonía. Francisco Solano López no murió prolongado una autoridad que había impuesto a su pueblo y que mantenía por medio de una maquina política, sino porque todo su pueblo ya había caído defendiendo a la nación y porque el era el ultimo el ultimo soldado de una causa que no admite transigencia. Francisco Solano López no es un dictador, no es un comandante, no es un caudillo, no es un conquistado: Es algo más es una idea hecha colectividad es una filosofía humana, es un conductor de pueblo, es un pueblo mismo.
Se puede admitir que Napoleones, esfumados sus sueños imperiales, huyan de Waterloo o rindan el arma en sedán. Esta claro que Guillermo y Víctor Manueles escapen a Holanda o pacten con el enemigo contra su propio pueblo, pero la fácil filosofía de que Francisco Solano López pudo haber pactado en Yata’iticora sobre la base de salir de la patria “caminando sobre un puente de oro”, él que con Gaspar de Francia y con don Carlos Antonio López había creado el primer estado socialista revolucionario en la América, en la vieja tierra de los guaraníes comunistas primitivos, sería inadmisibles. Esa fácil filosofía es característicamente liberal.